lunes, 21 de noviembre de 2011

PENSAMIENTOS, PENSAMIENTOS

Todos tenemos pensamientos. A veces, nos los callamos por miedo o por vergüenza y, otras veces, defendemos nuestros pensamientos o bien los gritamos con fuerza. En esta ocasión, hemos decidido enviarnos pensamientos tan simples como hermosos.

-Profundo es mi pesar, 
en un infinito mundo 
del futuro a la eternidad.
Víctor 2ºESOB.

-Como el sol del amanecer, brillan tus ojos hermosos. Guillermo 2ºESOB.
-Tú tan confusa, 
  yo tan feliz,
  porque he descubierto
  que estás hecha para  mí. Iker 2ºESOA.
-Hablando viniste, callada te vas. Mateo 2ºESOA.
-Oh amigo, mil euros pagarían por ti. ¿Yo?. Te regalaría. Iván. 2ºESOB.









domingo, 13 de noviembre de 2011

Tod@s contra las injusticias

Un día en clase pregunté a mis alumnos de 2ºESOA-B qué injusticia no podían soportar, como si cualquier injusticia no fuese insoportable por sí sola. Todos reaccionaron y escribieron con firmeza su desacuerdo ante algunas situaciones. Y comenzó así un ejercicio literario que resultó ser muy interesante.
A continuación tenemos los ganadores más literarios e inconformistas de este ejercicio
                    
GOBY            
                                                                                                                           Franco Acosta. 2ºESOA.
- Hola soy Goby y esta es mi historia:
           
            Vivía en una tribu llamada Yügia entre la cubeta del Congo y el Macizo de Bongos cerca del río  Uele en el centro de África. Vivía con mi abuela Tunga y mi abuelo Gonge .Cada mañana mi abuela Tunga me despertaba y me preparaba leche de buey con cebada; ella era muy simpática y era la tejedora más anciana de la tribu; mi abuelo Gonge era un antiguo guerrero Yünlense, que se encargaban de cazar y proteger a la aldea de depredadores.
A veces salía a cuidar el ganado de bueyes  con los niños de mi tribu. Luego por la tarde salíamos a ver Turka la madre de Bonjg que era comadrona y con frecuencia enseñaban a las niñas.  En ocasiones, íbamos al río a recoger grandes cantidades de agua para poder hidratarnos.  Por las noches siempre hacíamos danzas espirituales y  comíamos los frutos de las cazas del día anterior. Éramos una tribu tranquila y feliz.

            Un día aguardaba la llegada  de mi Manaki, era el momento en el que a los quince años debía   hacerme un hombre y tendría que elegir  con quien pasar el resto de mi vida y dar nuevas generaciones. La ceremonia constaba de un ritual sagrado en el que debería cortarme el pelo en señal de una nueva vida y pintarme la nuca con un símbolo Shiansi que significaba prosperidad, luego bebíamos del brebaje Siatsu y el más anciano de la aldea nos bendecía.

            Dentro de poco llegaría la hora de mi ceremonia mientras, no podía dejar de pensar en mis Yaves que significaba padres en Tünglu,  seguro de que estarían de mí.  Mi padre se llamaba Langü, era un gran guerrero Yünlense como mi abuelo, era fuerte, alto y muy valiente; un día, fueron a dar cazar al  Dorca: un tigre feroz que  atacaba al poblado y causaba la muerte de muchos guerreros. Mi padre fue a darle caza, él y el tigre se enfrentaron a un duelo a muerte. Cuando mi padre se disponía a atacar,  Dorca se  abalanzó clavándole sus afiladas garras el pecho de Langü. Mi padre murió desangrado, pronto los otros guerreros Yünlenses  fueron a  su rescate y dieron muerto finalmente a Dorca.
            Mi madre se llamaba Elnga era una gran comadrona, bella y buena. Al tenerme sufrió  una gran enfermedad, ella eligió morir para yo viviese.

            A veces, iba a visitar a Janmia, hija de  la familia Yonldur. Su  padre era compañero de mi padre, y un gran amigo, él me decía que Langü era un gran hombre.  Yo jugaba mucho con ella y con su hermano, pasábamos mucho tiempo juntos. Ella no quería ser una comadrona o tejedora, sino una gran guerrera como nuestros padres, pero yo le decía:
- Janmia, tú no puedes hacer eso, eres una mujer. Es trabajo de hombres fuertes y duros.                            
-Qué una mujer no puede ser fuerte y dura!- Decía ella enfadada.
Su padre quería que fuese una mujer de su casa; que se casara con un gran guerrero y que  así podría parir  un varón. Un día antes del Manaki me encontré con Janmia frente al río e hicimos un juramento:  siempre permaneceríamos unidos.
Al día siguiente  era el gran día. Todos los aldeanos preparaban la ceremonia. Ya era de noche y estaba a punto de comenzar, pero yo notaba algo extraño, oía ruidos, de repente  todos los de la tribu nos empezamos a extrañarnos por esas sensaciones, sin embargo, nosotros continuamos sin prestar atención a nuestros sentimientos.  Pero fue entonces cuando miles de objetos voladores de las cuales salían personas caían sobre nuestra tribu. Nosotros estábamos aterrados. Del cielo llovían bombas matando a gente de la aldea. Yo  me refugié en el establo con mis abuelos, pero luego el hombre blanco nos descubrió, Gonge mi abuelo me escondió entre las hierbas y las pieles, aterrado oía llantos y gritos de los aldeanos, entonces vi como mi abuelo intentaba defender a mi abuela, pero fue en vano. Lo asesinaron al igual que a mi abuela y los arrastraron hacia afuera;  yo estaba llorando y me encontraba vacío, me resguardé allí hasta que pasó, pensando en la salud y la promesa de  Jamnia.  Tomé una decisión: con todas mis fuerzas  salí corriendo en busca de Jamnia. Intentaba ser lo más precavido hasta que la encontré, estaba al lado de su padre viendo como la defendía inútilmente. La agarré y me la llevé conmigo al refugio.
            Al salir vimos  como el hombre blanco  había destruido toda nuestra tribu, echamos  a correr , llegando a  un momento en que estamos exhaustos y deshidratados. Habíamos caminado kilómetros y  kilómetros. Llegó la hora de acampar, pero no había lugar en el desierto.  Ella me suplicaba que no podía más y la subí a mi espalda.
            No sentía las piernas hasta que allá lo lejos divisaba el río Uele. Al llegar bebía una gran cantidad de agua y por un momento me había olvidado de todo, hasta que reaccioné e  intenté despertar a Jamnia, era imposible no reaccionaba. Estaba desesperado y con un gran vacío en el interior  pensé en la promesa que nos habíamos hecho. Ahora era demasiado tarde. Ella  había abandonado ya este mundo.
            Al día siguiente caminé  mucho para poder encontrar algún lugar, pero no sirvió de nada las tropas  que habían atacado a mi tribu, me habían hallado no tenía escapatoria. Me capturaron, luego me pegaron lastimándome hasta sangrar, me esposaron y me metieron en un vehículo con gente que había podido sobrevivir.
Me habían llevado a una cárcel donde pasábamos hambre y sed, cada día nos explotaban en las minas. Pasábamos más y más hambre y sed y ya casi no podíamos soportar del cansancio, también no dejaban marcas y maltrataban a los que no trabajaban. Había visto cosas, cosas que nadie jamás hubiera visto en toda su vida: cada momento morían personas de hambruna o de deshidratación. Era muy cruel y en lo único que podía pensar era en Jamnia.
            Un día vi como un niño blanco jugaba una máquina. Mientras su padre le intentaba darle de comer,  el niño  tiró la comida al suelo y la pisoteó. Me puse muy furioso aquel día,  pensé que nosotros estábamos   matándonos para que nos alimentasen y aquel niño desperdiciaba la comida. Entonces comprendí todo: no éramos nada,  unos insignificantes esclavos.
            Con el paso del tiempo me hice amigo de unos hombres llamados Rolon y Turian, procedían de la República del Congo. Ellos eran traficantes y estafadores. Un día los atraparon y los encerraron. Nuestro fin era trabajar para otros que  se quejaban de que no tenían o simplemente para que  fuesen un poco más ricos.
            Un día oímos hablar sobre un posible intercambio, nos iban a  mandar hacia Marruecos el grupo petrolero libio Tamoil. En  Rabat había un programa de prospección petrolera con una inversión de entre 100 y entre 150 millones de dólares.  Pues allí nos dirigimos, pasamos dos años trabajando, gracias a este cambio parecía que nuestras vidas habían mejorado, ya que nos daban de comer cada día y teníamos una choza, donde dormir todos. Luego se murmuraba que Estados Unidos quería esa fuente de petróleo y comenzó otra vez los  conflictos.
Fui a la ciudad en busca de trabajo y comida: me encontré con un grupo de hombres que me  hablaron sobre España, un lugar donde muchos esclavos o pobres inmigran allí para obtener una vida mejor. No comentaron que debíamos ir en pateras para llegar a las costas españolas y huir así del hambre y la pobreza.
            Estuvimos días y días sin saber hacia dónde ir incluso aguanté semanas con provisiones para tres o cuatro días. Algunos murieron de hambruna pero en estas circunstancias debíamos ser fuertes, por lo menos eso fue lo que me enseñó la vida. Al final de tanto sufrimiento, teníamos nuestra recompensa: llegamos a España casi muertos. Patrullas de policías y médicos vinieron a socorrernos. Pero no éramos libres sino inmigrantes sin papeles. Entonces comprendí: los hombres eran una mafia y nosotros su mercancía.
No sabía qué hacer, decidí buscar algo para poder solucionarlo, hasta que lo encontré. Tenía que casarme con una española para poder tener la nacionalidad española, aunque no quería ya que no era por amor ni sabía hablar español.  Hallé a una mujer que estaba interesada, me casé,  fui a buscar trabajo y por fin era libre y podía vivir en paz.  Aunque la marca de mi sufrimiento se ha quedado grabada para siempre en mi corazón.

- Bueno esta es la historia de mi vida, la vida de Goby.

Iván Sánchez Valencia. 2ºESOB.


Eran las 3 de la mañana. Don Luis Ménez, ex novio de Sofía Sánchez, entró a robar a la casa de su ex mujer. Fue la casualidad de la vida, que hizo que su novio actual Ramón hubiese saltado por la ventana para darle una sorpresa de aniversario. En ese momento vio cómo Don Luis limpiaba su navaja suiza con lejía para borrar las huellas y la sangre de su amada, que yacía  en el suelo rodeada de sangre.
Ramón, sin más dilación,  cogió la navaja y se la clavó en la zona de la clavícula derecha, al segundo vio a la policía entrar y le  apuntaban con pistolas. Le habían pillado en medio de un forcejeo con Don Luis.
 
Él juez dijo: - A ver antes de nada, D.Jesús el forense nos dirá los resultados de la autopsia.
– Gracias señoría. Dijo mientras subía al estrado.
-Los resultados son estos: Sofía Sánchez concejala de Urbanismo fue asesinada el día 7 a las 12 H 35 minutos. La victima recibió 6 puñaladas, ninguna era mortal, por lo cual podríamos decir que murió desangrada. El asesino le dio las puñaladas sabiendo lo que hacía, con claras intenciones de que sufriese
-Gracias D.Jesús –dijo el juez.
-Hagamos esto rápido- murmuró el juez – Señor D.Luis exnovio de Sofía, la víctima, podría usted decirnos por qué estaba presente en la escena del crimen, por favor, explique todo lo que vio.
 -Eran las 11:30 de la noche, estaba viendo la televisión como hago normalmente, sonó el teléfono, lo cogí y era Sofía decía que tenía miedo, que escuchaba ruidos extraños desde su salón. Llegué hacia las doce. La puerta estaba abierta, subí y vi a Ramón, su actual novio, limpiando la sangre de Sofía con lejía. Grité, salí corriendo y Ramón me asestó una puñalada por la espalda. Me tiré hacia él con la intención de que la puñalada no se repitiera y al poco vino la policía. Esto es todo lo que vi, señoría.
-¿Podría explicar porqué le llamó a usted en vez a la policía? - preguntó el juez.
-Señoría, como bien sabrá, soy  Psicólogo y puedo decir como especialista que las personas en momentos de miedo, cuando creen que están en peligro, van en busca de personas que han estado mucho tiempo con ellos, ya puede ser un hijo un familiar, un ex marido porque 20 años no se olvidan fácilmente. Sé que lo lógico sería haber llamado a  la policía, seguramente se le pudo haber pasado por la cabeza en ese momento, ¿Por qué me llamó a mí.? No lo sé… Solo puedo decir eso señoría-.Ramón mientras bebía un sorbo de agua.
-Señor Ramón, acusado del asesinado de Sofía Sánchez, podría explicar que pasó según usted.
 Ramón fue al estrado y dijo:
-Señoría fui a la casa de Sofía para darle una sorpresa de aniversario, cuando entré por la ventana vi como ese bastardo limpiaba la sangre, no al revés. Cogí la navaja y se la clavé en la espalda, eso sí lo hice, no  maté a Sofía, yo la quería… -dijo sollozando.
- De acuerdo, Sr. Ramón puesto que todas las pruebas  y el testimonio del único testigo le acusan como culpable tengo que dictar sentencia: Por el asesinato de Doña Sofía Sánchez Concejala De Urbanismo le condeno a 16 años de  cárcel y una indemnización de 10.020 a sus parientes por su asesinato. El juez aporreó su mazo mientras los policías se llevaban a Ramón, este gritaba:- ¡Luis me vengaré!.


CONTINUARÁ…
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El baúl de los sueños guarda en su interior los relatos de los alumno de 2ºESO A, B y 3ªESO AB del IES Cerro del Viento (Arroyo de la Miel)